martes, 27 de septiembre de 2011

El que reza nunca está solo

Mons. Timothy Michael Dolan, Arzobispo de Nueva York

30 de agosto 2010

(hicimos la traducción con un amigo, espero sepan disculpar los errores)


Es cierto: "those lazy, hazy, crazy days of summer" -gracias Nat King Cole- [esos perezosos, brumosos, locos, días de verano] están entrando en la estación. Pronto, todo lo que vamos a tener serán recuerdos.

Uno de ellos se destaca para mí. Yo estaba en la costa de Jersey, en la Villa San José, en compañía de sacerdotes. Durante la cena me había quedado admirando en voz baja a uno de ellos -ahora retirado-, mientras escuchaba un intercambio de historias acerca de los destinos anteriores y los incidentes coloridos de la vida sacerdotal. Estaba claro para mí que este sacerdote en particular había trabajado duro durante más de cincuenta y cinco años en parroquias pobres, en la enseñanza, en el cuidado de los enfermos. Fue un ejemplo de sacerdote anciano que había "estado en las trincheras" y que había servido a Jesús y a su Iglesia con fidelidad.

Más tarde esa noche, estaba sentado solo en la terraza del segundo piso, disfrutando de la brisa del mar. Sonreía al ver las parejas casadas y las familias caminado durante el paseo marítimo, y tuve que admitir que seguramente sería bueno tener una esposa, hijos o nietos ahí conmigo. No es que estaba lamentando mi celibato sacerdotal, porque no lo cambiaría por nada del mundo. Supongo que solamente estaba imaginando "qué pasaría si..."

Y entonces vi al anciano sacerdote debajo de mí, en el primer piso. También él estaba solo. También él estaba mirando a las parejas y a las familias caminando. Y sentí pena por él. Este sacerdote, que se había entregado por completo como un generoso y comprometido sacerdote, estaba allí solo, en una mecedora en el porche delantero.

Fui hacia abajo. Sin embargo, cuando al ir acercándome, vi que sus labios se movían, como si estuviera en una conversación con un amigo; sus ojos estaban cerrados, aunque él no estaba dormido, porque la mecedora se movía; no parecía solitario en absoluto, porque había una sonrisa allí ...

Entonces vi el rosario en la mano, y el breviario (el libro de oraciones y lecturas diarias, la mayoría de la Biblia, que nosotros, los sacerdotes prometemos rezar todos los días) abierto en su regazo... y me di cuenta de que estaba disfrutando de la mejor compañía de todas.

Volví al piso de arriba y terminé mi cigarro.

Y recordé lo que el Papa Benedicto XVI había afirmado, al comenzar sus propias vacaciones: "quien reza nunca está solo".

No hay comentarios: