Leyendo una publicación en Facebook, me encuentro con un artículo que sacó el diario clarín, acerca de un tema tan viejo como el mismo hombre: el dilema del mal, y el papel que Dios juega en este dilema. Dilema que nunca se ha respondido de forma que la respuesta conforme a todos. Aun así, mucha gente se pregunta ¿por qué? ¿Por qué tanto mal? ¿Por qué tanto dolor? ¿ por qué tanto sufrimiento inocente?
Ante tanta ira contenida y con la urgente necesidad de respuesta, echamos mano a la solución más inmediata que podemos concebir: o Dios no existe, y nada tiene control más que el de la propia naturaleza; o ese ser supremo es una mente perversa y sádica que goza con la desgracia de su creación.
Ciertamente las leyes de la naturaleza poseen una dinámica interna bien calibrada, y cuando se descalibra, te para factura. Ese equilibrio tuvo que ser calibrado por Alguien: nada hay tan, pero tan ordenado en la naturaleza que no haya necesitado de algo (o Alguien) para ser, y ser armónico. Nada hay tan bello y bueno que no haya sido pensado por Alguien.
Es cierto que sería necio el negar que el mundo, la Creación sufrió paulatinamente cambios hasta llega a ser lo que es. Pero o es cierto que todo siga el frio y mecánico devenir e la física y la química. Aquel por el cual somos, nos movemos y existimos gobierna todo con su providencia y en su providencia, en la que vivimos. Pero Dios le dio al hombre la responsabilidad y el honor de cuidar y hacer producir la tierra y todo lo creado. ¿Qué hicimos? Que fácil delegar responsabilidades cuando no hacemos lo que nos toca. ¿Cambios climáticos? ¿Inundaciones? ¿Tormentas? ¿Culpa de Dios que izo todo bien? ¿O nuestra, que hacemos las cosas mal y destruimos lo que nos fue dado? Pero ante esto… ¿Qué decimos?: Dios es una mentira, un fraude, algo irreal que no existe.
Esta nota intenta ser respuesta a un desafío que se plantea sobre la palestra. Quizás no seré digno de desafiar, pero hasta un mal tirador se dignifica si acepta su duelo. Este es el duelo: reconocer un hecho, algo real, sin deslindar en otro lo que a cada uno le corresponde.
A los maestros modernos de la ciencia se les inculcaba la necesidad de comenzar toda investigación, todo discurso, con un hecho. Los antiguos maestros de la religión también veían la misma necesidad. Ellos comenzaban con, por ejemplo, el hecho del pecado (algo tan real y práctico como las papas, como dice nuestro amigo Gilberto). Por ejemplo, si el hombre podía bañarse o no en aguas milagrosas, es cosa de uno. Pero algunos niegan, no el agua altamente discutible, sino negar la indiscutible suciedad; afirman en su escrupulosa “espiritualidad” que admiten la divinidad y la impecabilidad, que ni siquiera pueden ver en sus sueños, pero niegan el pecado humano, que puede ver a cada rato en las calles y sus consecuencias.
Los santos más grandes y también los escépticos más duros tomaron el mal real como punto de partida de sus argumentos, y lo vemos en cada artículo a diario: vemos aberraciones humanas y culpamos a Dios por haber hecho al hombre libre y con capacidad de elegir por medio de sus actos, de elegirlo a El o no. Y sin embargo nos quejamos, o más fácil aun: negamos todo. Pero si es verdad, como dice Chesterton (y creo que lo es ciertamente) que un hombre puede sentir un gusto exquisito al despellejar un gato (algo repugnante y desagradable que muestra lo trastocado de los gustos e inclinaciones del hombre), entonces podemos sacar dos conclusiones: o bien negar la existencia de Dios, como hacen los ateos en vez de ver la propia miseria y el propio desorden, o bien debemos negar la unión presente entre Dios y el hombre, afirmada por los cristianos. Los nuevos “intelectuales populares” (que opinan porque el aire es libre), parecen pensar una solución mucho mas racionalista y simple, y niegan al gato.
Dios existe muchachos, y tiene un plan para nosotros, creamos en El y creámosle a El, que es el único que no nos miente. Y no seamos tan tajantes en nuestras sentencias, sin detenernos a contemplar, más allá de lo que nuestros ojos pueden ver. Porque el necio afirma, pero el sabio mira y reflexiona. Creer y discernir, porque, en definitiva, el hombre que no cree en Dios, que dice que no cree en nada, termina creyéndoselo todo.
6 comentarios:
¡Al fin una inyección de vida para el blog! Yo ya estaba por escribir algo así como EL VELORIO DE LA VACA para dar por terminada esta osadía de pensar sin ninguna especie de retribución. Gracias, autor, por mantenernos vivos. Me voy a despellejar un gato y vuelvo. Porque los gatos existen, ¿no?
Muy bueno, la verdad! Tantas veces nos encontramos con esas personas quejonas que de TODO le echan la culpa a Dios, o con la típica pregunta de "¿Si existe Dios por qué tanta miseria?". Me recuerda un cuentito corto que si el espacio para comentar me lo permite lo pongo aca (resumido). Un hombre se dirige a una barbería, y mientras el señor barbero hacía su trabajo, comenzó a desahogar sus broncas con el pobre cliente. Que Dios no existe, que no puede ser que haya tanta pobreza y tristeza. Los niños de Africa muertos de hambre, los tsunamis, los genocidios, es imposible que exista Dios. A todo esto el otro hombre nada contestaba (o sabía contestar). Cuando finaliza el corte, ambos se despiden y el señor se va del negocio. Pero apenas sale, se encuentra a unas pocas cuadras con un hombre todo sucio, con el pelo y la barba extremadamente largas. Regresa entonces a la barbería y le pregunta al peluquero: Disculpe señor, pero por qué hay hombres con pelo y barba tan largos y desprolijos, existiendo por todo el mundo tantos barberos como usted?. A lo que el peluquero, asombrado y casi molesto, le contesta: ¡pero si esos hombres no vienen a mi! ¿Cómo voy a arreglarles el pelo?
El cliente simplemente agregó: ¿por qué sera que somos tan necios y en vez de ir con Dios para que nos "arregle" decimos simplemente que no existe?
jeje me hiciste acordar a eso! y quise hacer mi sencillo aportecito. Sean felices :)
¡Extraordinario lo del hombre que estaba con el barbero! Es tan evidente el tema... Es tan fácil criticar sin embarrarse un poco, sin comprometerse con el otro... Es difícil mantener una actitud comprometida de manera continuada, pero el bien que puedo hacer suele estar tan a la mano, que negarlo, sería también como negar el gato.
En algún texto perdido, cuando estudiaba a Agustín o ... hacía Filosofía Medieval, no recuerdo quién fue el que se pronunció así: "dijo el necio en su corazón: no hay Dios".
Nunca le presté mucha atención a esa expresión. Aunque ahora creo comprenderla un poco.
Aparentemente, el necio, al negar a Dios, se vuelve en soberbio, se "cree todo", podría decir como el autor del post.
A mí me asusta considerar necio a quien no cree en Dios. No coincido con eso, o con que ncesariamente tenga que ser así. Hay necios que son soberbios, sí; pero hay otros que...
... se han visto superados por la realidad.
A gente que vivió los horrores de la dictadura, a las víctimas de Auschwitz, que se alejaron por completo del Padre yo no me atrevería a considerarlas necias.
Para nada.
Un abrazo.
¡Y muy bueno estos espacios de reflexión!
Querido Adrián:
La frase que citás pertenece al salmo 14 y al 52, si no me equivoco. El contexto de la frase hace ver a qué especies de personas se refiere. Vale la pena echarles un vistazo...
Generalmente no escribo cuando no estoy de acuerdo, pero este tema a mi me separa mucho de dios, es que hace poco lo charle con un cura y me dijo lo mismo que decis en el post, y sinceramente me parece que esquivan el tema, ciertamente la humanidad misma tiene la culpa de muchas de sus miserias, pero el sufrimiento existe desde siempre, hay ciertas cosas que pasan que uno dice: con tanto poder...y no te pido un milagro, solamente que no sufra taaanto, para mi eso es humanismo, porque uno pide por el cese del sufrimiento ajeno, no se, en mi, no me entra en la cabeza como es que un nene se muere de cancer, ponele que me pase a mi, bueno, todos morimos y generalmente no es gratis, pero a un recien nacido?, que culpa tiene la humanidad?, y si la tuviera, si emos errado...no es demasiado castigo?, me duele muchisimo que pasen esas cosas, por eso me lanze hacia un: "dios no interviene en asuntos terrestres". Es duro, muy duro, pero es la realidad, para ciertas cosas, estamos desamparados.
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