lunes, 2 de noviembre de 2009

Estar ahí… justito.

Nunca me lo hubiera imaginado, pero pasó. Y todo por bajar las escaleras. Y ahí los encontré, charlando en las galerías vaya a saber de qué disquisiciones metafísicas, ¿o era sobre la vida? Se igual… diría un filosofo popular argentino. La cuestión que ahí estaba yo, con ellos, mis amigos, sumándome a su charla, no sin un dejo de asombro, porque… ¿qué hacia un tipo como yo hablando de la vida con ellos, que generalmente llegan más alto en sus elaboraciones? No sé, pero ahí estaba yo, justito ahí.

Cuando llegó el momento, ellos se dispusieron a partir, rumbo a quien sabe dónde, y sucedió, no sé cómo, pero sucedió. ¿Habrá sido por caridad? ¿Habrá sido por pena? ¿Habrá sido por munificencia? Quién lo sabe. Pero se dio. Por estar ahí, justito ahí, me llegó la oportunidad, esperada ciertamente, aunque no sin un poco de temor por compartir espacio con ellos. Y aquí estoy, escribiendo esto gracias a aquello, por estar ahí, justito ahí. Con el pasar de los días, en mis pensamientos vagabundos, me he puesto a pensar en este suceso, y como será de importante que hasta me invitaron a cenar, y todo por estar ahí, justito ahí. ¡Qué grande es estar!

Y aquí la grandeza de la vida, que a veces consiste en estar, en salir, en caminar, en encontrarse con esas personas que por caridad o por pena, por amistad o vaya a saber qué, lo suman a uno, lo integran y lo hacen formar parte de algo mas grande. Eso es: estar en el lugar indicado. ¿Casualidad? No, Providencia. Esa moción inexplicable que nos hace movernos y estar donde El quiere que estemos, para hacer lo que El quiere que hagamos, que sin duda es la realización de todos nuestros ideales. Pero hay que ir, hay que ponerse en camino, hay que salir al encuentro, hay que emprender la marcha y dejarse llevar, aceptar la invitación que nos hace El, solo por estar ahí. Y maravillosa coincidencia… ¡también nos invita a comer!

Bendito el lugar y el motivo de estar ahí… bendita la coincidencia! Hoy escribo para ustedes, mis amigos. Este es mi estreno, mi bautismo, aunque espero con ansias la cena en donde me sentiré parte completa de este grupo de amigos, que camina en una misma dirección y se juntan a compartir su vida. Así como pasa con El, que nos hace plenos en su Cena. Qué maravilla… ¿qué me dicen? Y todo por estar ahí... justito.

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