martes, 16 de diciembre de 2008

LA SONRISA DE ESA CHICA

Normalmente, estoy más despierto a la noche, en el sentido metafórico. Soy, en este sentido, nocturno. No se por qué, pero puedo aprovechar mejor las horas de la oscuridad. Puede ser por el silencio, la luz artificial, no hay nadie que interrumpa o moleste (como quiera uno llamarlo): no logro dar con la respuesta. Pero el caso es que a pesar de ello, es a la mañana donde estoy más abierto a descubrir esas pequeñas cosas que no notaríamos si no nos detuviéramos a analizarlas. Esta pequeña historia también sucedió a la mañana.

Hace ya largo tiempo, en mis años de facultad en la gran ciudad, todos los días iba en subte hacia la universidad, más bien diría que iba en un tren de ganado. Porque era tanta la gente, que parecíamos vacas más que personas. Esos días, cuando no estaba dormido, me gustaba mirar a las caras e imaginarme la historia que habría detrás de cada uno de ellos. Estaba quien sólo escuchaba música, quien leía el diario, quien leía el diario de reojo del compañero, aquel que dormía, aquel que leía un libro. Podía imaginarme mil historias: éste de traje se está preparando para una entrevista en la cual puede conseguir el trabajo que más desea en la vida; aquel que está leyendo “La metamorfosis” es un estudiante de letras que detesta Kafka, pero que tiene que leerlo para un examen, por lo cual está luchando para poder continuar la lectura, y miles de historias más. Cada día era un sinfín de historias detrás del sinfín de gente que viajaba.

Pero lo que unía este ganado, digo esta gran masa de gente, en general, era el estado de ánimo: el mal humor por la situación era generalizado. Vuelvo a describir la situación: mucha gente apiñada, mucho calor, mucha humedad, muy temprano, etc. Generalmente no era de sumarme a ese estado de sentimiento de mal humor, pero confieso que alguna que otra vez sí tenía esta típica cara que todo lo denota.

Este breve relato se desarrollaba en uno de esos días. No recuerdo bien el porqué, la causa, pero no era yo un duende que derrochaba alegría por doquier, sino más bien un enano gruñón. Puede ser por haber disputado con una vaca, digo con una señora (no lo digo por la magnitud de su extensión corpórea sino por su camisa blanca con manchas negras), por un lugar en el tercer subte que llegó a la estación -preferí dejar pasar los otros dos-; no estaba saltando en una pata de alegría. Con esa cara y todo, al salir de la estación, me cruce con una chica que llevaba una sonrisa de oreja a oreja. No se cual sería la historia detrás de esa sonrisa, pero eso me cambió el día.

El hecho de estar sonriendo era algo totalmente distinto a lo que estaba viviendo. Automáticamente mi rostro se transfiguró y se me dibujó una sonrisa. No era tan efusiva como la suya, pero digamos que era una sonrisa simpática. Ello me cambió el día.

Las clases me parecieron fascinantes, la comida del buffet me pareció el plato del cheff de un restaurante francés, en la vuelta a casa no encontré tanta gente en el subte, etc., etc., etc. La sonrisa de esa chica me cambió el día.

Porque me transmitió esa alegría que llevaba. Porque así como el bien es difusivo de sí, también lo es la alegría. ¿Acaso no queremos compartir con otros esa alegría que nos llena el corazón? El hincha de fútbol, ¿no desea comentar y festejar la victoria de su equipo con sus amigos? El alumno que aprobó con éxito un examen de psicología, ¿no quiere hacer partícipes de ello a sus compañeros? Quien goza de la alegría de haberse encontrado con Dios, ¿no busca compartirla con otros y que ellos también encuentren la eterna alegría? Con sólo una pizca de algo distinto a nuestra continua realidad, se nos puede cambiar el día, y porque no también la vida.

Me viene a la mente un comercial de una compañía de teléfonos, donde se ve como se va transmitiendo de persona a persona un bostezo, para llegarle de nuevo a la persona que había bostezado primero. El slogan, si no me confundo, era “Comunicate. Es fácil”. ¿Por que no intentar transmitir una sonrisa? Sonreí. Es fácil. Quien sabe, en una de esas al final de la vida, te vuelva a vos.

1 comentario:

Unknown dijo...

Buen relato Mr.Kgymnich. Aquí le comparto unas líneas que alguna vez me hicieron llegar y que, sin ser exacto, en tres ocasiones me fueron de gran utilidad.
"Basta una leve sonrisa en tus labios para levantar el corazón, para mantener el buen humor, para conservar la paz del alma, para ayudar a la salud, para embellecer la cara, para despertar buenos pensamientos, para inspirar generosas obras.

Sonríete hasta que notes que tu constante seriedad y severidad se haya desvanecido. Sonríete hasta entibiar tu propio corazón con ese rayo de sol.

Irradia tu sonrisa: esa sonrisa tiene muchos trabajos que hacer, ponla al servicio de Dios. Tú eres apóstol ahora y la sonrisa es tu instrumento, la caña para pescar almas. Santificando la gracia que habita en ti, te dará el encanto especial que necesitas para transmitir a los otros ese bien.
Sonríe a los tristes.
Sonríe a los tímidos.
Sonríe a los amigos.
Sonríe a los jóvenes.
Sonríe a los ancianos. Sonríe a tu familia.
Sonríe en tus penas.
Sonríe en tus pruebas.
Sonríe en tus soledades.
Sonríe por amor de Jesús.
Sonríe por amor a las almas.
Deja que todos se alegren con la simpatía y belleza de tu cara sonriente. Cuenta, si puedes el numero de sonrisas que has distribuido entre los demás cada día; su número te indicará cuantas veces has promovido contento, alegría, satisfacción, animo, o confianza en el corazón de los demás. Estas buenas disposiciones, siempre son el principio de obras generosas y actos nobles. La influencia de tu sonrisa obra maravillas que tú ignoras.

Tu sonrisa puede llevar esperanza y abrir horizontes a los agobiados, a los deprimidos, a los descorazonados, a los oprimidos y a los desesperados.
Tu sonrisa puede ser el camino para llevar las almas a la fe.
Tu sonrisa puede ser el primer paso que lleve al pecador hacia Dios.
También sonríele a Dios. Sonríe a Dios, mientras aceptas con amor todo lo que Él te manda y merecerás la radiante sonrisa de Cristo fija en ti con especial amor por toda la eternidad."